Mi nombre es Sara, para mí un nombre especial porque lo heredé de mi madre con la que siempre me unió una gran complicidad. En mi familia me llamaban Sari o Sarita, para no crear confusión madre hija.
Nací un 14 de octubre de 1961, soy la segunda de 6 hermanos. De niña era muy tímida, reservada, tranquila, a la vez que mostraba carácter cuando me enfadaba. De mis recuerdos de infancia, esas primeras emociones que te dejan huella, vienen a mi memoria los primeros días de colegio. No te imaginas lo que me costó “aprender las primeras letras”. Confieso que mantuve bastante tiempo este asunto en secreto. Aquellas sensaciones que sentía cada vez que tenía que leer. Por más que repitiera hasta aburrirme, se me olvidan las letras. Inventaba historias quedarme en casa y no ir al colegio; trataba de esconderme para que no me preguntaran. Mi madre era una gran observadora, conmigo se dedicaba a leer para que escuchara y repitiera cada letra. Todas las mañanas antes de ir al colegio, nuestro ritual repitiendo letras. Por más que las repetía, por más que me esforzada, no conseguía aprenderlas. Agradezco infinito el empeño, su paciencia de mi madre; su confianza incondicional, diciéndome que lo conseguiría. Cierro mis ojos y aún puedo escuchar su voz, repitiendo una y mil veces: “Sari, que sí te las sabes, dilas”. Mi madre a su manera me transmitía que podía aprenderlas, que no me rindiera.
Cuantas vivencias desde aquellas primeras letras. Cómo nos impactan esos primeros aprendizajes de la infancia. Con el tiempo te das cuenta de cómo las personas aprendemos a nuestro ritmo, de distinta manera. Que importante comprender que ser “inteligente” es mucho más que aprender y memorizar letras, o almacenar conocimiento. Que gran alegría sentí cuando conocí el modelo de “Inteligencias Múltiples” de Howard Gardner. No exagero, en buena parte me cambió la vida, darme cuenta de que ser inteligente, lista o torpe no es nada más que una etiqueta, que nos impiden descubrir quiénes somos en esencia. Darnos cuenta de que cada persona tenemos algo especial que admirar. Darnos permiso para ser una misma, no una copia de alguien, o como a los demás le agrada que seas. Lo importante es ser una misma, auténtica.
¡Para mi vivir es sentir! Aprender cada día sobre la vida, sobre las personas, sobre nuestras emociones. Descubrir quiénes somos, ser cada día mejores personas. Desde mi primer encuentro con las letras, las que tanto me costó aprender, es curioso, se han convertido en mis fieles compañeras. Una de mis aficiones leer, una de mis pasiones escribir, una de mis aspiraciones, aprender a sentir sin sufrir y aprender a ser feliz.
Uno de mis propósitos vitales, acompañar a las personas a ser las protagonistas de su historias, a sentir su vida, a vivir lo que sienten sin sufrir. Aprender a ser felices sin dejar de ser ellas mismas. Las protagonistas de nuestras historias somos las personas, las emociones son nuestra mayor fortaleza, saber gestionarlas nos cambia la vida! Emociones que nos inspiran, palabras que nos permiten expresar cómo nos sentimos. Aquí, ahora, viviendo, sintiendo, aprendiendo, cada día construyendo nuestras historias de vida.
¡Es tu vida, es tu historia, tú haces la diferenZia!